Carta a Daniel (III)


... Tus pensamientos es lo único que está bajo tu poder y nadie puede arrebatártelos. Lo que tienes por ti mismo, lo que te acompaña en la soledad sin que nadie te lo pueda dar o quitar es mucho más importante que todo lo que posees o lo que eres a los ojos de otros. Te lo explicaré de otra forma; la vida posee dos mitades:
  • Mitad objetiva, es decir, lo que tenemos. Se encuentra en manos del destino y es variable.
  • Mitad subjetiva, es decir, lo que somos. Se encuentra en nosotros mismos y es invariable.
El error reside en darle más importancia a lo primero que a lo segundo. Por ejemplo, un tonto por muy rico que sea o por muy famoso que sea, seguirá siendo tonto mientras no sepa que lo es.
 
 
Lo que quiero decirte es que la mayor suerte es la personalidad. Lo que tienes y lo que representas son aspectos muy secundarios frente a lo que eres. Tu personalidad y valor (lo que uno es y tiene por si mismo) es lo único inmediato para tu felicidad y bienestar; es lo que más envidia da cuando otros lo perciben, pero también lo más complicado de percibir. No olvides que lo que eres tendrá siempre efecto eterno, pero lo que representas es esporádico.

 Ya te comenté en una carta pasada que, si quieres ser feliz, no debes renunciar a perseguir tus sueños. Ojalá fuera así de simple. No conozco a nadie que alguna vez no se haya preguntado en que consiste ser feliz. Es lo que todo el mundo deseamos... vivir felices, pero casi nadie sabe como conseguirlo. Si te soy sincero, no creo que exista la felicidad perfecta sobre la tierra, aunque si creo que la mayor de las desgracias y la que más fácilmente puede evitarse es ser desgraciado por culpa de uno mismo.

Lamentablemente, no poseo ninguna fórmula mágica que pueda darte para que seas feliz; eso dependerá exclusivamente de ti, aunque si puedo decirte lo que para mi es ser feliz, e intentar mostrarte el camino para que descubras que es lo que puede hacerte feliz. Para mí, la felicidad consiste en gozar de tres elementos:
  • Alegría del ánimo; es decir, gozar de un temperamento feliz. Tu ánimo vendrá determinado de tu capacidad para resistir el sufrimiento y tu capacidad para disfrutar de las alegrías.
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  • La salud del cuerpo: hacer ejercicio. Aunque parezca difícil de entender, es muy importante, porque está relacionado íntimamente con el tercer apartado (para mí el más importante). Cuanto más débil es el cuerpo más ordena; cuanto más fuerte, más obedece. Un cuerpo débil debilita el alma. Por eso es un error muy lamentable pensar que el ejercicio corporal daña las operaciones del espíritu. Así, cuanto más fuerte y robusto te hagas, más sensato y juicioso te harás. Es el medio para tener lo que hoy en día se cree incompatible y que desde antaño casi todos los hombres de culto han defendido: la razón del sabio y el vigor de un atleta. Nuestros primeros maestros para aprender son nuestros pies, nuestras manos, nuestros ojos... Para aprender a pensar hay que ejercitar, por tanto, nuestros miembros, nuestros sentidos y nuestros órganos, que son los instrumentos de nuestra inteligencia. Y para sacar todo el partido posible de esos instrumentos, es preciso que el cuerpo que los proporciona esté robusto y sano. Así, lejos de que la verdadera razón del hombre se forme con independencia del cuerpo, es la buena constitución física lo que vuelve fáciles y seguras las operaciones del espíritu. Y aquí, pasamos a la última premisa.
  • La tranquilidad del espíritu: es lo que los antiguos griegos denominaban como “Ataraxia”; obtener la paz mental y la serenidad del alma.
Como ves, esta última premisa es la que más bonita suena, pero también es la más complicada de conseguir (al menos para mi lo ha sido), aunque también pienso que es la más importante. Solo tu puedes saber qué es lo que te aporta dicha paz interior, pero hasta entonces, espero que lo que te voy a contar a continuación, que son los resultados de mi búsqueda, te sirvan de guía.
 
Continuará...

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