El voto egoísta, o del porqué votar no sirve para nada
Desde que nacemos, somos libres. Podemos elegir el canal de
televisión que nos embrutezca, el banco que nos exprima el dinero, la red
telefónica que nos time, la comida que nos envenene, la información que nos
mienta y, por supuesto, la opción política que nos desilusione.
Esta es la libertad que firmamos cuando hace siglos comenzamos a vivir en sociedad. Es la libertad social, impuesta en detrimento de la libertad individual en favor de la colectividad y el bien común de la sociedad; es lo que Rousseau defendía en su obra “El Contrato Social”. Es decir, que para poder vivir en sociedad acordamos un contrato que nos otorga ciertos derechos a cambio de abandonar la libertad natural, y el Estado es la entidad que controla el complimiento de dicho contrato.
Esta es la libertad que firmamos cuando hace siglos comenzamos a vivir en sociedad. Es la libertad social, impuesta en detrimento de la libertad individual en favor de la colectividad y el bien común de la sociedad; es lo que Rousseau defendía en su obra “El Contrato Social”. Es decir, que para poder vivir en sociedad acordamos un contrato que nos otorga ciertos derechos a cambio de abandonar la libertad natural, y el Estado es la entidad que controla el complimiento de dicho contrato.
¿Pero qué ocurre si queremos cambiar dicho contrato?
Tranquilo, afortunadamente hemos dejado atrás las épocas de las Monarquías
autoritarias y las Dictaduras, y disfrutamos de una feliz Democracia que cada X
tiempo nos ofrece dicha posibilidad a través de las elecciones. El votar nos da
la posibilidad de escoger la opción que creemos más conveniente para la
colectividad, sin embargo nos encontramos con un grave problema: vivimos en
sociedad, pero no pensamos como sociedad.
Y si no pongamos algunos ejemplos. ¿A cuántas personas
conoces que vota a un partido porque casa con sus ideas, aunque dichas ideas ya
hayan traído la ruina a tu país? ¿A cuántos conoces que siempre votan al mismo
partido, independientemente de lo que hagan o digan? ¿A cuántos conoces que voten
a un partido porque le beneficia para su puesto de trabajo? ¿Conoces a un rico
que diga que votará a un partido porque piensa que es justo que los ricos deben
pagar más impuestos?
Resumiendo, que se ha perdido el verdadero sentido de las
elecciones, “el que representen lo que la gente piensa qué es mejor para la
mayoría,” por el de “lo que la mayoría piensa que es mejor para ellos”. Por lo
tanto, mientras el pueblo no vote para corregir sus problemas como tal, y vote
para corregir sus problemas como individuo, difícilmente saldremos del
atolladero.
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