¿ES EL ESTOICISMO UNA SIMPLE FORMA DE CONFORMISMO?

 


 

Seguramente habrás oído, escuchado, o leído sobre el estoicismo. Y si estás leyendo estas líneas me atrevería a decir que también has leído a filósofos estoicos. Es más, parece ser que últimamente el estoicismo está de moda como ejemplo a seguir para tener una vida plena, satisfactoria y feliz. Sin embargo, muchos de quienes lo conocen argumentan que quienes siguen esta forma de vida son simplemente unos conformistas, así que me gustaría reflejar mi punto de vista sobre ello. 

Para ello lo primero que hay que hacer es saber cuál es el centro de estudio de los estoicos. Simple; el ser humano. Toda su filosofía está destinada al mismo ser, y más concretamente a su moral. Lógica, física y ética se presentan al servicio de la persona con un objetivo: enseñarnos a vivir de acuerdo a nuestra naturaleza. 

Los estoicos admiten dos principios: la materia y la razón. Pero esta última no es algo que exista por separado, sino que podemos encontrarla en todas partes. Es por este motivo que podemos decir que la naturaleza del mundo es racional. 

De modo que todo está ligado por una ley natural; una razón universal, por decirlo de alguna manera. Todo este entramado forma una cadena inexorable de relaciones, causas y efectos ya establecidos, que es lo que entendemos como destino. Los estoicos son, por tanto, deterministas, ya que creen que los sucesos del mundo están preestablecidos y nosotros no podemos hacer nada para cambiarlos. 

Como los cínicos, los estoicos consideran que el ideal del sabio es no necesitar nada ni a nadie para alcanzar la felicidad en la vida, y esto se consigue viviendo conforme a nuestra naturaleza racional. Es decir, viviendo virtuosamente. 

A un estoico nada de lo que hay en el exterior le importa, puesto que todo su esfuerzo está en alcanzar la virtud, en lo que de él depende, en lo que nadie puede arrebatarle... En tres palabras: en su interior. Esa es la clave de su fortaleza. 

Por mal que le vayan las cosas, un estoico nada teme, pues ha alcanzado la ataraxia o imperturbabilidad del ánimo. De este modo, el estoico logra vivir en completa paz conforme a su naturaleza. Alguien que acepta su destino y solo se preocupa por vivir de manera virtuosa es inmune al poder de las emociones, del placer, del dolor o de las riquezas. 

Pero a diferencia de los cínicos, los estoicos no despreciaban a sus semejantes ni a la sociedad. Compartían, pues, esa visión crítica, pero no la forma. Ahora bien, fieles a su pensamiento y su idea de que el mundo está unido por el fino hilo de la racionalidad, se consideraban ciudadanos del mundo, y no creían en se pudiese ser de aquí o allá por motivos de nacimiento o cultura. 

En resumidas cuentas, el ideal estoico es el que nos acabó transmitiendo Epicteto: soporta y renuncia. Soporta porque tu destino va a ser el mismo, te guste o no. Y renuncia porque siempre nos será más fácil alcanzar la paz, y con ella la ansiada felicidad, si no estamos dominados por nuestros deseos y apetitos. 

Y aquí es donde viene el asunto importante sobre si los estoicos eran unos conformistas. En mi humilde opinión, en cierto modo sí, pero... ¿Qué más queda que conformarse y resignarse con lo que se escapa de tu control? ¿Te enfadarías con la lluvia que estropea tu tarde de playa? De qué serviría patalear y quejarse empleando tu genio en vano. Bueno, tan solo te desahogarías, pero no cambiarías la situación. Por eso, lo que tienes que aprender es a disfrutar de la lluvia. Tanto literal como metafóricamente, esa lluvia que estropea tu tarde es a la vez mil situaciones adversas que se te plantearán en tu vida y con las que tendrás que lidiar. 

En pocas palabras, el estoicismo está muy bien para aquello que escapa a tu completo control, y más hoy en día en que Dios está súper muerto, pero la sed del sentido de la humanidad, no. 

 


 

Si un terremoto derrumba tu casa... ¿Es culpa tuya? Pues deja de quejarte y regodearte con tu infortunio y no pierdas tiempo en hablar con tu seguro. 

Que tienes un coche de lujo y un buen puesto en la empresa familiar. Pues sé consciente de que lo que tienes no es fruto de tu éxito, sino de la suerte, así que no presumas de ello. 

Que no tienes ni puñetera idea de qué hay tras la muerte... ¿Y qué? ¿Depende de ti? Pues preocúpate por hacer algo que valga la pena y disfruta de cada día hasta que haya llegado tu hora. 

Que no tienes tampoco ni idea de qué te deparará el destino. Pues sé consciente que lo que venga te vendrá, bien por lo que tú hagas, bien por pura casualidad. De lo segundo no te debes preocupar, porque no es cosa tuya, pero trata de dar lo máximo de ti en lo primero para recoger los mejores frutos. 

¿Es esto conformismo? No lo niego. ¿Pero de dónde demonios viene esa concepción actual de que todo conformismo es malo? Una cosa es ser un eterno calzonazos que pone la otra mejilla a cualquier revés de la vida, y otra muy distinta es aceptar que no todo está bajo tu control, y que no estás libre de recibir dichos reveses, independientemente de que te parezcan bien, o mal.

Finalizando. Que denostar el conformismo, cualquier forma de conformismo, es muy de creer en frases como "si tienes fuerza de voluntad todo es posible", o "la palabra imposible no existe en mi vocabulario". Eso está muy bien si eres profesor de un taller de psicología o impartes uno de esos cursos que profanan felicidad a raudales con solo 2 horas de sesión y una cuota de inscripción bastante elevada. Pero oye, es que la felicidad no tiene precio. 



 



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