Pues nada, a pasado otro añito y ya estamos de nuevo en Semana Santa. ¡Aaayyy la Semana Santa!; la única época, junto con los derbis futbolísticos, en la que mi ciudad, Sevilla, se divide en dos: los capillitas y los ateos. Porque Sevilla es iconódula; que digo iconódula, es súpermegaiconódula, y además capillita. Porque todo buen sevillano que se precie debe amar todo aquello que sea símbolo de sevillanía, y la Semana Santa es el símbolo por excelencia. Porque como buen sevillano capillita que se precie, si no perteneces a una hermandad eres un bicho raro. Da igual de cual seas, da igual el motivo por el que lo eres; es más, incluso no debes tener motivo. Porque para un capillita, si no eres hermano cofrade, no eres sevillano. La Semana Santa. Ese Domingo de Ramos en el que los hombres están deseando estrenar su traje de chaqueta nuevo y gastar el bote de gomina que compró el día anterior. Y en el que las mujeres madrugan para vestirse de Mant...