El accidente de tren de Santiago...
Tengo que confesar que mientras
escribo estas palabras desde las gastadas teclas de mi viejo
ordenador, una pequeña vocecilla no para de martillear mi cerebro
pidiéndome que deje de escribir porque no estoy haciendo lo
correcto. Tal vez sea la voz de mi conciencia, o la voz de mis
temores, pero aquí sigo, ignorando a esa vocecilla y gastando letras
mientras busco una manera de comenzar...
Creo que no cabe duda que lo más
correcto será empezar dando mi más sincero pésame a los familiares
de las víctimas. Perder a un ser querido siempre es desagradable,
por lo que no me quiero ni imaginar cómo debe ser perder a alguien
de esta dantesca forma. Mis más sinceras condolencias a todos. Y
también desear una pronta recuperación a los heridos, a los que me
gustaría transmitirle fuerza y coraje.
Quienes me conocen han tenido la
mala suerte de escuchar como en alguna ocasión he despotricado
contra el ser humano. Siempre he creído que el hombre, al igual que
la naturaleza, es un ser cruel, egoísta, narcisista, hipócrita, y
que el poder es su única meta. Pero afortunadamente, también somos
seres racionales, y existen gentes que con sus actos convierten mis
creencias en un trapo sucio que después restriegan por toda mi cara.
Ayer sufrí algo parecido. Me enteré por casualidad, gracias a
Twitter, y después mi mujer y yo encendimos la televisión. En todos
los canales hablaban de lo mismo: un terrible accidente de tren. Se
necesitaba urgentemente gente que donara sangre para los heridos y la
respuesta fue abrumadora; colas y colas en los hospitales. De nuevo,
tal y como dice el anuncio, el ser humano demostraba que era
extraordinario. ¿O no?. Las imágenes de esas interminables colas
fueron como un fogonazo en mi cerebro. No me quedaba duda de la
capacidad de respuesta del hombre ante un llamamiento masivo de
auxilio. Si se necesita sangre, ahí estamos. Si ocurre una
catástrofe en el otro lado del mundo, multitud de anuncios
televisivos nos piden ayuda para los afectados y allí van nuestros
alimentos. Nos llaman y siempre respondemos. Pero de repente, es
cuando me acuerdo de la otra cara de la moneda. Ve a un centro de
donación de sangre por voluntad propia y lo verás casi vacío.
Pregúntate cuando fue la última vez que fuiste a un banco de
alimentos para dejar un paquete de arroz. Cuando le diste una moneda
al indigente de la esquina, o desde cuando no colaboras con una ONG.
No, no me mires así que no te estoy criticando. Yo soy igual que tú.
Aquí es cuando sigo defendiendo que el ser humano no es generoso.
Porque ninguna acción puede ser considerada como moralmente buena,
sino cuando se hace como tal, y no porque otros la hagan o lo pidan.
Pero en fin, supongo que pedir eso sería pedirle peras al Olmo, y
creo que al menos debemos sentirnos orgullosos de nuestra capacidad
de respuesta ante estas llamadas de ayuda.
Pero eso no fue lo que produjo
que me fuera a la cama indignado con el ser humano. Internet y las
redes sociales están bien, nos mantienen informados y conectados con
este loco y rápido mundo en el que subsistimos. Sin embargo, al
igual de útiles son también peligrosas. Ayer no paraban de salir
Twets de gente hablando sin ningún criterio ni rigor periodístico
sobre número de víctimas, de heridos, sobre las causas del
accidente... Es lo malo de las redes sociales; nos hacen creer que
por un instante somos fotógrafos, escritores o periodistas, y a
veces nos olvidamos que detrás de un suceso hay víctimas y
familiares que no saben si al día siguiente estarán abrazados a sus
seres queridos o llorándoles en un Tanatorio. Pero ahí no quedaba
la desfachatez. Apenas dos horas después del trágico accidente, ya
había varios vídeos en YouTube con imágenes del mismo, algunos
incluso con la típica música de piano que dan más dramatismo, si
cabe, a la situación. Imágenes con cadáveres en las vías, heridos
deambulando sin rumbo, gente desesperada por sacar a cuantas más
personas de los vagones mejor. Detestable. Muy detestable que exista
gente sin escrúpulos, que no tengan ningún respeto por las víctimas
ni sus familiares, y que suban dichos vídeos bajo la máscara de la
solidaridad con el único fin lucrativo de ganar dinero con las
visitas, porque no hay otro fin. Y como no, mi repulsa también a
todos esos políticos que solamente van al lugar del siniestro para
hacerse la foto, para que durante al menos un día tengamos una
imagen correcta de ellos y para que nos olvidemos de sus escándalos
financieros o su incompetencia en el ejercicio de su cargo. Porque
díganme que coño pinta un político en una zona como esa. Yo os lo
diré; prometer para luego olvidar, al igual que en Lorca.
Así que termino enviando a
todos personajillos mi más sincero desprecio. Nada de insultos o palabras
malsonantes, porque el desprecio es lo más deshonesto que alguien
puede sufrir. Y os lo merecéis con un intereses del 100 % .
Increible que puedan suceder cosas como esta en nuestro pais, y parece una cruel burla del destino, la vispera de Santiago y en la ciudad de Santiago.
ResponderEliminarEn fin quedemonos con lo positivo, como la donacion masiva de sangre, y por favor que se investiguen y se pongan todos los medios de seguridad para que no se vuelva a repetir un desastre asi.
Un saludo compañero