El peor día de mi vida




Hace exactamente un año, un día como hoy, fue uno de los peores días de mi existencia. Muchas veces he defendido que siempre hay que estar con la guardia alta ante las hostias que la vida te tiene preparada, pero por muy alerta que estés, siempre hay tortazos que no ves venir, y te garantizo que esas son las que más duelen con mucha diferencia.
Hace exactamente un año recibí una de esas hostias. Duele tanto que crees que jamás podrás recuperarte, y más si la recibes en una época en la que la vida te tiene contra las cuerdas y no sabes cómo defenderte. Te sientes solo, ves que aquellos que pensabas que siempre estarían ahí para ayudarte a salir del atolladero son los que más te han traicionado, llegas a pensar que todo se acabó, que nada tiene sentido y que todo por lo que has luchado sólo ha sido una vulgar mentira alimentada por la hipocresía y la conveniencia.
Pero al igual que hay que reiniciar un ordenador cuando se queda bloqueado, a mí no me quedó otro remedio que reiniciarme, y sinceramente, creo que era lo único que podía sacarme del atolladero en el que me encontraba. Fue un apagado forzoso con formateo del disco duro incluido. Cambiar de aires, desconectar totalmente de tu pasado más cercano, e ir dejando que las largas jornadas de reflexión y el tiempo volvieran a poner en orden todo el sistema operativo cerebral. Y aunque los virus hicieran acto de presencia, uno siempre está más capacitado para tomar las decisiones que cree más beneficiosas si tiene la cabeza despejada.


Es un largo proceso, y los caminos que se tienen que tomar siempre están asfaltados sobre los cimientos de la incertidumbre. Yo lo hice, elegí un camino, aunque para ello tuviera que traicionar algunos principios grabados a fuego como los de no perdonar jamás ciertos actos, pero a veces hay que ser infiel a dichos principios para seguir avanzando, pensar que todos cometemos errores, y que las segundas oportunidades son las que mejor se saborean.
Muchos pensarán que tener señalada una fecha tan triste en tu calendario particular es algo que debería eliminarse; que hay que recordar los días felices y fechas como cumpleaños, aniversarios y demás. Yo creo que no, que es incluso más necesario recordar cuando nos caímos a la lona por K.O, porque al final, con más o menos esfuerzo, no te queda más remedio que levantarte y continuar combatiendo.
Por eso recuerdo ese día, y lo seguiré recordando. Fue el día que marcó un antes yun después en mi vida. Porque aunque ahora pueda decir que la vida me sonríe y que el balance de estos últimos 365 días ha sido positivo, lo más importante es que he comprendido cuáles fueron mis errores y qué debo hacer para no volver a caer en ellos. Porque aunque ahora la vida te sonría, cuando menos te lo esperes puede darte otro duro golpe, y por muy preparado que estés para encajarlo, debes ser consciente de que tu combate contra los destinos de la vida es una lucha despiadada, cruel, y que siempre tiene una sucia jugada preparada.

Comentarios

Entradas populares de este blog

No me gusta la Feria.

50 cosas que me molestan.

¿ES EL ESTOICISMO UNA SIMPLE FORMA DE CONFORMISMO?